CIGARVOSS
“¡Mamabuela! -le decían- está exquisítamelomelo! Dejando los platos raspados y casi limpios del famoso Chupe de Nada de la Mamabuela”.
Klaus von Hindenburg
Si te menciono el apellido Kelner, ¿te suena? Si no lo hace, debe ser porque fumas hace poco tiempo o vives en una galaxia muy, muy lejana; es uno de los apellidos que hicieron a Davidoff lo que es hoy. Durante mucho tiempo decir Davidoff era decir Kelner y don Eladio Díaz, quienes rehicieron la marca de cigarros de lujo. Hendrik Henke Kelner era encargado de supervisar todo en el proceso de creación de un cigarro Davidoff; Don Eladio era el mago de las mezclas y vitolas. Toda esa experiencia fue la que llevó a la marca de Ginebra a estar a donde está… pero ya no son parte de sus filas, aunque esto es harina de otro costal. La historia que te quiero contar es sobre otro Kelner, Johannes.
Nuestros caminos se cruzan hace algunos meses atrás. Resulta que, muy sabiamente, Johannes se casa con una chilena y en esas idas y venidas a Chile, se hace muy amigo de mi entrañable Keith Carrizo, con quien compartimos múltiples fumadas y profesamos la misma fe.
Fue un día en el que no abría el Smoking Garden Club, pero una llamada pidiendo abrirlo para juntarnos a fumar por parte de Keith se me hizo irresistible. El club se abrió en exclusiva para recibirlo, ya que iba con un amigo. Ese amigo era nada más y nada menos que Johannes Kelner.
Un tipo de gran altura, piel y ojos claros. No fue hasta que habló que identifiqué que era dominicano. La conversación tomó ritmo rápidamente. Hablamos distendidamente de tabaco y Johannes compartía sus historias con su tío Henke. Era como estar con un rockstar, pero del tabaco. Esa noche conocí un cigarro de esos memorables, Jopito, un tabaco hecho en honor a su padre Jo Kelner, a quien de cariño le decían, Jopito.
La familia Kelner contraatacaba, y lo hacía en grande, con un merecido homenaje a una persona que estuvo tras bambalinas en Tabacos Dominicanos (Tabadom).
Para poner un poco de contexto, si no te suena, tampoco, Tabadom, fue la empresa elegida por Zino Davidoff, que aún fabricaba en Cuba, para responder a la exigencia de calidad y salirse de la isla, no sin antes quemar, cuenta la leyenda, 100 mil habanos en protesta por la política de precios de la compañía estatal Cubatabaco, que Davidoff no consideraba correcta respecto de la calidad, mientras que el régimen calificaba sus productos como excesivamente caros.
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