CIGAR VOSS
De seguro has escuchado de Winston Churchill y más de seguro que has soñado fumar con él. Existen grandes personajes de la historia universal quienes disfrutaban de nuestra misma pasión por el tabaco. Unos más controversiales que otros. De izquierda y derecha, en pipa o en cigarro, el tabaco ha sido el denominador común. Hoy te quiero presentar otro personaje. Controversial en su propio círculo. Te estoy hablando del “príncipe de los predicadores”, el británico, Charles H. Spurgeon.
Este hombre no solo estremeció a la iglesia de la época con su estilo particular de predicar (llegando a predicar a audiencias de 20 mil personas), sino también fue firme en sus argumentos para considerar que fumar puros per se no era una actividad pecaminosa. Esto le llevó fuertes debates y divertidas anécdotas.
Según William Williams, en su libro Personal Reminiscences of Charles Haddon Spurgeon, cuenta la ocurrente respuesta a una persona que, sorprendida el conocer que los rumores sobre la afición de Spurgeon eran ciertos fue a exigirle una respuesta al ministro. Este, para satisfacer la curiosidad de dicha persona, le responde: “Yo cultivo mis flores y quemo mis malas hierbas”.
Otra divertida anécdota tomó lugar cuando el pastor Spurgeon vivía en Nightingale Lane, Clapham. Se organizó una excursión con jóvenes de una de las clases del ministro. Temprano por la mañana los jóvenes, entusiasmados por el día de diversión que se les avecinaba, cada quien encendía sus pipas y puros respectivamente. Spurgeon ya estaba listo esperando al grupo con quienes pasaría el resto del día. Al verlos a todos con expresión de asombro, exclama: “¡Qué pasa señores! ¿No les da vergüenza estar fumando tan temprano?”. Los jóvenes sorprendidos y un poco avergonzados comenzaron uno por uno a apagar sus puros y sus pipas. No fue sino hasta que el último de los participantes de dicha excursión apagó su puro, cuando el pastor saca de forma muy tranquila su tabaco, lo enciende y comienza una tranquila caminata. El asombro en los jóvenes no se hizo esperar, aunque solo algunos se aventuraron a preguntar: “Pastor Spurgeon, pensábamos que había dicho que se oponía al fumar”. A lo que responde con una sonrisa en su cara: “¡Oh, no!, yo no he dicho que me oponga, solo les pregunté si no se avergonzaban, y parece que sí, porque desaparecieron sus puros”. Esto hizo soltar grandes carcajadas y los tabacos volvieron a la escena para dar pie a un gran día.

Tal como te lo debes estar imaginando, el habito de fumar del Pr. Spurgeon no estuvo exento de polémicas. Un diario de la época expone un debate improvisado con el Dr. Pentecost, el cual tomó lugar un domingo, en donde Spurgeon hablaría de doctrina y Pentecost ilustraría para reafirmar. La tensión nació debido a que el Dr. ilustró mediante su abandono del tabaco y atribuyéndole dirección divina para dejarlo. Al terminar la ilustración, Spurgeon se levanta hacia el púlpito y con una juguetona sonrisa dijo:
“Bueno, queridos amigos, ustedes saben que algunos hombres pueden hacer para la gloria de Dios lo que a otros hombres les sería pecado. Y a pesar de lo que el hermano Pentecost ha dicho, tengo la intención de fumar un buen puro para la gloria de Dios antes de que vaya a la cama esta noche”.
Nadie fue capaz de mostrarle, fundamentado en la Biblia, que fumar era pecado y no estaba dispuesto a hacer de los 10 mandamientos, 11 o 12.
Este asunto provocó grades reacciones sobre todo por parte de los detractores de Spurgeon y llamaban a que ningún maestro cristiano debería desear este hábito de fumar tabaco.
La guerra contra el tabaco no es algo contemporáneo, sino ya encontramos atisbos de ella en los años 1800.
Spurgeon no ha sido el único cristiano relevante fumador. A la lista podemos sumar a J. R. Tolkien, C. S. Lewis y Karl Barth, entre otros. Pero lo que lo hace especial es que muchos de los que llaman a dejar de fumar, porque es pecado, admiran las enseñanzas de Charles H. Spurgeon. El tabaco, aunque nos encanta, no nos define.